De la recogida de cable de Miguel Delibes.
¿Aprendemos de nuestros errores? Leyendo a Miguel Delibes se podría pensar que sí. Aunque viendo que repetimos los mismos pasos que denuncia en sus novelas...pues no.
Querido desconocido:
Dicen que rectificar es de sabios. Que nos permite evolucionar, continuar nuestro camino y volar más alto. No tropezar con la misma piedra dos veces. Y por ello hoy os vengo a hablar de Miguel Delibes.
Dios no castiga dos veces: bueno, sí.
Intuyo que el nombre de este señor te suena. En cualquier caso, te pongo en contexto. Este señor fue un escritor de la segunda mitad del siglo XX. Apasionado de la caza, se apuntó como voluntario a favor del bando sublevado durante la Guerra Civil a los 18 años. Pequeño detalle que es importante porque es la clave de lo que te voy a contar hoy.
Comenzó a publicar en 1948 con una de las novelas que reiniciarían la narrativa española de posguerra, La sombra del ciprés es alargada y mantendría una carrera enormemente productiva hasta casi el año 2000. Sin embargo, muchas veces queda eclipsada por la de Cela, a quien se considera el verdadero padre de la narrativa del último medio siglo.
Shame on you, Cela, en esta newsletter somos del bando de Delibes.
Las historias de Delibes se pueden dividir fácilmente entre aquellas ambientadas en el ámbito rural y las que se sitúan en la ciudad. La clase burguesa es indudablemente la protagonista de su narrativa, con sus virtudes y, sobre todo, sus faltas. Cómo sería la crítica que la censura franquista chocó varias veces con el autor, prohibiéndole publicar según qué cosas. Y bueno, habiendo leído varios libros suyos, la verdad es que no me sorprende. Porque aquí el amigo Delibes realizó una tremenda recogida de cable tras la guerra.
El campo y la ciudad son cosas de rojos.
Actualmente me he leído ocho novelas de Delibes. No me preguntes cómo empezó porque no lo tengo claro. Supongo que quería conocer más de la narrativa del siglo XX en preparación para la oposición y encontré varios de estos libros en algún mercadillo o tienda de segunda mano. Es lo que yo llamé “mi etapa Delibes”. Te dejo un ranking de lo que me he leído y cuáles me han gustado más.
Los santos inocentes.
El camino.
Las ratas.
El príncipe destronado.
Cinco horas con Mario.
Señora de rojo sobre fondo gris.
La hoja roja.
El hereje.
Algunas apreciaciones antes de seguir. Por alguna razón y de manera completamente inintencionada, el podio lo constituyen novelas ambientadas en el campo. ¿Reflejo de mi crianza en la sierra madrileña? Puede ser.
Su novela debut no está. Y es que todavía no me la he leído. Sinceramente, después de leer tantas, empieza a darme un poquito de vergüenza. Además tengo otra en la pila, Diario de un cazador, que seguramente forme parte de mis lecturas de 2025. Tal vez este debería ser el año en que me decida a buscar esa historia origen y ver si está a la altura.
Sin embargo, lo más interesante de estas novelas es su contenido político. Para ser un señor que fue voluntario del fascismo, pasa gran parte de su obra criticando el resultado de los vencedores a los que apoyó. La burocracia franquista en Las ratas, las familias adineradas en Los santos inocentes, la memoria de la guerra y la persecución de los vencidos en El príncipe destronado y Cinco horas con Mario, la censura de la Inquisición en El hereje que fácilmente se podría trasladar al régimen…
Y, lo más, importante, toda la novela de Señora de rojo sobre fondo gris, publicada en 1991. Cabe destacar que la obra es parcialmente autobiográfica y se basa en lo tocado que se quedó el autor tras la muerte de su mujer. La historia trata sobre un hombre viudo que pierde a su esposa y pasa la novela recordándola y mencionándote una cantidad sustancial de veces lo mucho que le gustaba el color rojo y la de veces que chocó con las autoridades franquistas. Hasta el punto de ser detenida más de una vez. También cómo podía sortearlas porque ella “sabía con quién tenía que hablar y cómo”.
No sé, Miguelín, curiosas elecciones para alguien que luchó en tu bando, ¿no?
Otras historias como La hoja roja o El camino son más de criticar la sociedad española de su tiempo, especialmente en cuanto a su hipocresía. Es en esta segunda novela donde encuentro una de las mejores escenas que haya leído en mi vida. Dos hermanas hablan sobre qué dirán sobre su honra y su virtud familiar y mientras una lo pone en duda, otra responde simplemente: “Las mujeres feas no tenemos honra”. Os dejo el fragmento:
La Guindilla mayor perdió de repente los buenos modales y, con éstos, los estribos.
—Ya sabes lo que has hecho, ¿verdad? Has tirado la honra. La tuya, la mía y la de la bendita memoria de nuestros padres…
—No. Eso no, Lola, por amor de Dios.
—¿Qué otra cosa, entonces?
—Las mujeres feas no tenemos honra, desengáñate, hermana.
Decía esto con gesto resignado, aplanada por un inexorable convencimiento. Luego añadió:
—Él lo dijo así.”
Podría hablar también de Cinco horas con Mario. Mucho. En su día me pillé un mosqueo brutal con el final del libro y realicé unas cuantas stories en una cuenta vieja de Instagram. Sigo guardándote rencor, Menchu, y si no tenía palabras bonitas para ti entonces, menos ahora.
Sin hacerte spoiler de ese final que hizo que me hirviera la sangre, uno de los temas de la obra es el perdón. Delibes establece a través del monólogo de la viuda una visión de la sociedad española y aboga por avanzar. Dejar de hablar de “vencedores” y “vencidos”, de “rojos” y “españoles bien”. Seguir adelante y evitar que la guerra nos siga consumiendo.
Mentiría si dijese que esto no me recuerda al panorama político actual. Este país no ha superado la guerra todavía y eso es un hecho. Nuestra política y nuestra sociedad derivan de ella. Y cuando se habla de pasar página suele hacerse como sinónimo de olvidar, depurando responsabilidades y sin tener en cuenta lo antidemocrático del asunto y las pérdidas que sufrió la gente.
Lo siento, pero no me puedes hablar de pasar página cuando he crecido escuchando cómo mi abuelo tenía que vender fruta con 11 años en un carrito para poder comer. O cómo mi familia paterna apenas tenía recursos, especialmente para estudiar a pesar de estar interesados. A veces tengo miedo de que se vuelva a repetir la guerra. De que ciertos partidos políticos vuelvan a intentarlo. En un pensamiento intrusivo que me acompaña algunas noches.
Con todo este comentario no pretendo blanquear la responsabilidad de Delibes ni pintarlo como un señor de izquierdas. No lo era. ¿Creo que años después en su vida se dio cuenta del error que cometió? Sí. Demasiadas referencias en su obra me lo dan a entender. Pero me resulta irónica y hasta graciosa la recogida de cable que se observa en su trayectoria literaria.
Sus novelas son buenas, y esto es así. Pero yo lo de separar autor y obra lo llevo regular. Si voy a recomendaros a alguien, que sea sabiéndolo todo.
Un poco de chill después de tanto drama.
¿Qué tal ha empezado tu 2025? El mío regular. Las Navidades no son una época particularmente buena para mí en el apartado anímico. Nunca lo han sido. También ando algo desanimado y estresado con la oposición. El estrés me tiene las defensas por los suelos y ya he encadenado varias semanas enfermo.
Pero entre las cosas positivas que te puedo comentar es que estos días he estado probando a hacer cositas en mi nueva airfryer y estoy encantado. Me hace sentirme independiente, útil. Lo último fue una pechuga de pollo rellena de mozzarella, tomate y albahaca. ¡Qué bien me supo! Aunque sólo fuese porque me la había hecho yo mismo.
En cuanto a lecturas, estas vacaciones pude leer El aliento de los dioses de Brandon Sanderson y conseguí que me devolviese el interés por este autor después de que Elantris me lo quitase. También comencé el año con La mala costumbre y, amiga, qué sofocón. Qué intensidad. Pensé que sería un libro mucho más denso, pero se hace increíblemente ligero. Lo potente del libro es esa escritura tan hábil y directa que te arrolla con todos los sentimientos que porta. Maravilloso, aunque te recomiendo que estés en un buen momento anímico para embarcarte en ese viaje.
Por último, te cuento en qué ando ahora. Empecé Nuestra parte de la noche de Mariana Enríquez y, aunque toda la ambientación es totalmente mi rollo, reconozco que se me está haciendo denso. Personalmente el que no haya capítulos y el tamaño de la letra son apartados que me están matando. También estoy haciendo una lectura conjunta con mi amigo Javi de Aleación de ley (Mistborn II) y, aunque me costó adaptarme a la ambientación western, la verdad es que me ha atrapado. Y agradezco los capítulos cortos y ya familiares. En tercer lugar, me estoy haciendo una lectura rápida de la última novela de Percy Jackson, La diosa de las tres cabezas y, amigo, qué bien sienta el volver a un lugar de confort con personajes que te han acompañado la última década de tu vida.
Y eso es todo por este mes, amigo. Ando un poco en una diatriba personal sobre qué red utilizar para comentar de manera más continua mis lecturas, pero no consigo conectar con ninguna. Muchas veces me siento solo o como si hablase al vacío. Desde el fiasco de Twitter siento que la comunidad literaria se ha dispersado.
Hasta que nos volvamos a leer. Por favor, cuídate mucho.
Love, Manu.