Querido desconocido:
He estado desaparecido, sí. El nuevo curso escolar vino con algunos giros de guion que no esperaba. ¿O acaso sí lo hacía? Esa es una cuestión en la que todavía no me he puesto de acuerdo conmigo mismo.
Como ya sabes, los cambios, especialmente los grandes, no me sientan bien. Así que he pasado los dos últimos meses reubicando mi vida. ¿Hacia dónde voy? ¿Qué es lo que quiero yo?
No tengo todas las respuestas, pero sí algunas. Volver a terapia ha sido una gran ayuda, la verdad. Siempre he hablado en mis redes de cómo ir al psicólogo me cambió la vida y he animado a cualquiera que me ha preguntado a hacerlo. Consejos vendo que para mí no tengo.
Llevaba meses sintiendo una profunda ansiedad, pero me daba miedo volver a pedir ayuda porque lo sentía como un fracaso. Como que no había podido ser capaz de enfrentarme al mundo real yo solo. Pero cuando tu futuro se derrumba, te ves catapultado a aceptar que no puedes con todo solo.
¿Lo bueno? He completado dos meses sin ataques de ansiedad. Estoy recordando quién soy, cosa que había olvidado. Ando aprendiendo a poner límites a mi alrededor y a no sentirme culpable por ello. Y a entender que mis necesidades son importantes. En palabras de mi psicóloga: “No puedes ser un personaje secundario en la historia de tu vida.”
He pensado muchas veces en qué podía escribirte después de desaparecer y supongo que esto es todo lo que voy a decir. He aprovechado este tiempo para visitar algún museo, para leer algún que otro tocho y para explorar una vida que había dejado en segundo plano.
Espero poder seguir contándote todo ello en esta newsletter que, con suerte, volverá a estar activa. Me despido con este fragmento de Nada de Carmen Laforet, una novela desgarradora que te recomiendo de todo corazón.
Love, Manu.
“Si aquella noche -pensaba yo- se hubiera acabado el mundo o se hubiera muerto uno de ellos, su historia hubiera quedado completamente cerrada y bella como un círculo.” Así suele suceder en las novelas, en las películas; pero en la vida… Me estaba dando cuenta yo, por primera vez, de que todo sigue, todo se hace gris, se arruina viviendo. De que no hay final en nuestra historia hasta que llega la muerte y el cuerpo se deshace…