Lectura ecológica: más vidas que un gato.
Sobre por qué los libros de segunda mano guardan más de una historia entre sus páginas.
Querido desconocido:
He pasado un tiempo sin escribirte. Discúlpame, pero la vida del opositor me ha atropellado. Eso de estudiar y trabajar no es algo que recomiende. Así que permíteme que te hable de algo que sí creo que debas hacer: leer. ¿Sorprendido? Apuesto a que no. Sin embargo, hoy vengo a eso. Te cuento un aspecto peculiar de mi vida lectora: los libros de segunda mano.
Bibliofilia ecológica: el arte de hacerse con todos.
Cualquiera que me conozca sabe que me gusta leer. Y si estás aquí, más todavía. Lo que no tanta gente sabe es que me apasionan los libros de segunda mano. ¿Significa eso que todos mis libros están en su segunda vida? No. Pero sí que cuando me encuentro por casualidad con una tienda de segunda mano o un mercadillo en plena calle TENGO que pararme a mirar. Es una necesidad imperiosa.
Empecé a coleccionar libros de esta manera cuando estaba en la carrera. A medida que iba descubriendo la profundidad de la literatura española y necesitaba formar una red de conexiones en mi interior que me ayudase a entenderla, comprendí un punto fundamental: no tenía dinero.
Así que comencé a darle una oportunidad a estos libros que, aunque no llegasen brillantes y con olor a nuevo a mis manos, tenían muchas otras ventajas. Fue el comienzo de la famosa pila de pendientes.
Más allá de lo evidente, el precio, descubrí que si la portada de algún libro no me gustaba, podía tratar de encontrar alguna edición anterior con otra que me atrajese más. Para eso, Iberlibro fue fundamental. A través de los filtros iba eliminando hasta encontrar lo que deseaba. Y si estaba demasiado caro, dejaba la búsqueda guardada con una alerta para ver si conseguía alguna ganga después.
También fue el inicio de varias colecciones. No te pillará por sorpresa si te digo que la mayoría de estos libros de segunda mano son clásicos. La cosa es que, al haber empezado a leer a determinados autores en ediciones antiguas, ahora no soporto continuar de otra manera. ¿Mi colección de Delibes? Casi toda de Destino. ¿La poesía y la dramaturgia del siglo XX? Ediciones de Austral punteadas en diversos colores. ¿Teatro de los Siglos de Oro? Clásicos Castalia, por supuesto. Y así pasa, que tengo casi 150 libros de segunda mano repartidos entre mi casa y la de mis padres.
Además, encuentro que con cada vida los libros pasan a su siguiente dueño con pequeños regalos. A veces son marcapáginas de los más variopintos como billetes de metro, tickets de asistencia médica, listas de la compra o incluso pequeñas cartas.
Otras veces encuentro pequeños apuntes que delatan los pensamientos del anterior lector mientras surcaba por las páginas que yo mismo estoy descubriendo. Leo sus anotaciones y siento que se abre un puente entre ambos, un diálogo entre nuestras mentes bajo el paisaje que es esa lectura. Lo siento como algo íntimo, la verdad.
Por último, lo más bonito que he encontrado son las dedicatorias. Y no hablo de esas cuatro líneas generales que pone un desconocido a otro. Me refiero a auténticas declaraciones de amor, de respeto y de confianza. He sido testigo de pequeños romances que prologaban al libro que acababa de comprar. También felicitaciones por el nacimiento de un nuevo hijo. Sentimientos impresos para siempre en esas páginas, inseparables de la historia que venía unas páginas después. Simplemente mágico.
Si te has sentido cautivado por lo que te cuento, te aconsejo que antes de lanzarte a buscar libros a los que dar una segunda vida, establezcas una serie de límites firmes. Muchas veces un precio por los suelos nos puede llevar a una compra impulsiva que luego lamentamos. Es por ello que te cuento mis red flags a la hora de rescatar libros de una tienda o mercadillo:
Que esté subrayado. Especialmente si es con un subrayador o rotulador. Nada me causa más repulsión.
Una letra minúscula. Lo siento pero uno ya tiene una edad y la vista está algo castigada. Necesito una letra asequible.
Un lomo medio suelto o que pronto se desprenderá. Gracias, pero no.
Si es un clásico, busco una edición con estudio preliminar o, como poco, anotada.
Páginas rotas o dobladas. A mí me vendes un libro decente.
Con todo esto, te deseo mucha suerte encontrando auténticas gangas. Si algo he aprendido de todo esto es que hay libros con más de una historia que contar.
Y, antes de despedirme, te hago una pequeña actualización, amigo. El sábado 21 hice mi examen de oposición. Aunque me gustó cómo lo defendí, no me siento totalmente seguro de conseguir buenos resultados. Entre los textos que tuve que analizar se encontraban Siervo libre de amor, una novela sentimental del siglo XV, y un poema de Lucía Sánchez Saornil. ¿Conoces a esta última? Exacto. Ni tú, ni el 95% de los opositores.
Estos días trato de volver a la vida antes del estudio y ponerme al día con todas las cosas que dejé en pausa. Espero volver a escribirme pronto y con regularidad.
Un abrazo muy fuerte.
Love, Manu.